jueves, 16 de enero de 2014

EL SABIO DE LOS CAMINOS





ADIVINADOR DE CAMINOS.

Florentino Pinto intuía el maleficio
y los ladrones de novillos,
bajo la luna escarlata.
Podía ver a la distancia sin perturbarse
sin ni siquiera excusar a los bribones.

Al filo de la media noche,
solía presentir el signo
de algún dolor lejano;
veía en medio de dos mundos.
Él era el signo de un sortilegio oculto
algún vestigio
entre Dios y los humanos.

Florentino Pinto podía ver
en los signos de las manos
el destino o la zanja de un delirio;
podía ver con los ojos cerrados,
en las calles empedradas,
el lance de un cuchillo
o el desliz de una doncella.
-Hablaba con las ánimas,
 ese era su secreto,
decían las mujeres
entre fascinadas y asustadas.

-Sabía los secretos del más allá,
decían otras.
No se inmutaba al comulgar,
conservaba la calma y el sosiego.
Así rescató, bueyes, bestias y dinero
en poder de bandoleros y asaltantes.
Florentino Pinto veía el paso de las horas,
podía ver  con los ojos cerrados.
Hoy su leyenda se dibuja con temor
en los quicios de las puertas.
Razones ocultas,
o el misterio de las gentes humildes
y las cosas simples.


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