POR
EL ALTO DE OVEJERAS
Arañando
la montaña trepa el bus, de Ignacio;
a
veces se queja, humea, rechina,
asciende
por el alto de Ovejeras,
se
pierde el color, una ave pareciera,
vadeando
las laderas del sol.
En
el fulgente día avanza impecable, perfecto,
precavido,
desdeñoso y truhan,
quejido
de lata y de motor por terrenos de Buraga.
“Hoy
perdemos, mañana ganamos” dice Fortunata
libra
de sal aquí, panela allá
todo
es vender el mercado en carretera;
compradores
ebrios de tabaco y trementina,
se
desvanecen entre ayuelos y guayabos.
Nunca
se sabrá si eran cantos invisibles
de
un campamento abandonado,
desvarío
de la tarde
por
hilos invisibles
prestados
a la noche,
el
alto de Ovejeras trae esa confusión.
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